Retoman los trabajos de excavación en las termas romanas de Torreparedones
Son una de las termas mejor conservadas de la Bética.
Tras el curso práctico de arqueología que tuvo lugar este verano y que estuvo centrado precisamente en el complejo termal recientemente descubierto, se han reiniciado esta semana los trabajos de excavación donde ya se habían documentado, forma parcial, tres grandes salas delimitadas por potentes muros de mampostería trabada con mortero con pavimentos de opus tessellatum y de opus signinum, paredes internas revestidas con mortero hidráulico.
La sala más oriental corresponde al frigidarium o sala fría, la central sería el tepidadirum o sala templada que cuenta con una piscina de agua fría en su lado norte, mientras que la sala más occidental se interpreta como el caldarium o sala caliente del conjunto termal.
En total se han excavado hasta la fecha unos 250 m2 pero está pendiente de resolverse aún la documentación completa de los pavimentos de las tres salas, el acceso a la sala fría, posiblemente desde el sector norte, donde podría situarse el vestuario o apodyterium, y también la existencia de un espacio característico de estas edificaciones que estaba destinado a realizar ejercicios físicos o palestra. Así mismo, sería interesante documentar la zona de servicios con los hornos necesarios para calentar el agua y el propio almacén para la leña.
Como apunta el director de la excavación y arqueólogo municipal de Baena José Antonio Morena, estos son los terceros baños que se han documentado en la ciudad romana de Torreparedones, uno ubicado en la zona del foro que fue amortizado en época augustea, momento en el que debieron construirse estas termas que se están excavando ahora, y otros baños, construidos con posterioridad y situados en la zona de la Ermita de las Vírgenes, que fueron identificados por el profesor Ángel Ventura con el balneum de un evergeta llamado Marcus Calpurnius mencionado en un epígrafe expuesto en el Museo Histórico de Baena que se encontró en Torreparedones hace varias décadas.
Sin duda, la excavación de este edificio termal y su posterior restauración y puesta en valor constituye un elemento clave para al estudio y conocimiento del urbanismo de la colonia romana Virtus Iulia en el momento de su máximo apogeo a lo largo del siglo I d.C.
Hay que recordar que algunas salas tienen más de dos metros del altura conservada y que, en el caso del caldarium, se conservan las capsae o nichos que servían para que los usuarios colocaran sus objetos de aseo personal, un ábside en el muro oeste donde estaba la fuente o labrum de agua fría, así como una pequeña piscina (alveus) de agua caliente adosada al muro sur. El pavimento de esta sala cuenta con el correspondiente hipocaustum con numerosos pilares de ladrillos que permitían la circulación del aire caliente manteniendo la sala a una temperatura propia de una sauna.
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